martes, 28 de junio de 2016

Así será el primer pueblo ‘autoabastecido’

Holanda prepara ReGen Villages, la primera ciudad capaz de crear energía limpia y autoabastecerse para compensar el cambio climático.

Un invernadero transformado en una residencia habitable capaz de producir alimentos y energía. O en otras palabras, la ciencia aplicada a la arquitectura de la vida cotidiana. Esta es la tarjeta de presentación del primer pueblo diseñado para reducir el impacto ambiental de las actividades humanas, en especial las basuras. Para autoabastecerse y gestionar el suministro de agua, en torno a una aldea de nuevo cuño que empezará a construirse este verano en la localidad holandesa de Almere, a 25 minutos de Ámsterdam. Diseñado por el estudio danés de arquitectura Effekt, el programa piloto de ReGen Villages contempla una primera entrega de 25 viviendas para 2017. Presididas por cristaleras rebosantes de los vegetales cultivados dentro, las fincas son casi una metáfora de la ansiada armonía con el entorno. Sobre todo teniendo en cuenta, que en el año 2050, la población mundial superará los 10.000 millones de habitantes.
Regen significa "regeneración", y tanto la maqueta del proyecto como su versión animada en vídeo brindan la imagen de una luminosa ciudad en miniatura. A partir de 250.000 euros, y con una capacidad media para tres o cuatro personas (de 300 a 400 personas para un total de 100 hogares) las casas parecen transparentes por la profusión de cristal. Dentro, los cultivos en vertical de los invernaderos conviven con huertos, unidades de acuicultura y paneles solares.

Con las torres de almacenaje de agua, granjas de animales, zonas de recreo y un aparcamiento para vehículos eléctricos. También hay un centro vecinal de reuniones, además de “espacios sociales”. Según los cálculos de Effekt, “una familia de tres personas necesitaría un área total de 639 metros cuadrados para valerse por sí misma. Una casa de tipo medio tiene 120 metros cuadrados, y a ello se añade un invernadero (40 m2); la acuicultura correspondiente (300 m2); un huerto de temporada (100 m2); la parte proporcional de la granja (25 m2); de los paneles solares (34 m2) y del agua acumulada (20 m2).

No se trata, de todos modos, de una ingenua vuelta a la naturaleza. Al contrario, aprovechando la tecnología actual y brindando el confort de la vida moderna, la comunidad en preparación pretende ser autosuficiente. Así lo ideó James Ehrlich, fundador de ReGen Villages, investigador de la universidad estadounidense de Stanford, y experto en aplicar tecnología y biodiversidad a la producción de alimentos.
Según sus datos, un 40% de la superficie del planeta se usa para producir nutrientes. Dicha actividad contribuye a la liberación de CO2 (parte del culpable de los gases de efecto invernadero), la deforestación y el consumo indiscriminado de agua potable. Entretanto, tiramos el 30% de la comida, mientras una de cada siete personas pasa hambre.

“Aunque esperamos ubicar a las primeras familias, incluida la mía, en la primavera de 2017, la producción de alimento y el manejo de los desechos llevará algo más de tiempo. La idea original fue construir en Dinamarca, pero el Gobierno tenía una idea algo menos ecológica del proyecto. Entonces nos llamó el ayuntamiento de Almere, y vimos que Holanda es el lugar adecuado para el estreno mundial de ReGen Villages. Aquí fundaremos nuestra compañía como una entidad de la UE”, asegura Ehrlich.

Las maderas empleadas proceden de bosques sostenibles de Escandinavia. Al resto de los materiales se incorporará la tecnología más avanzada para aprovechar al máximo la energía durante el día, y a lo largo de las estaciones. El bucle cerrado de abastecimiento propuesto permitirá que los desechos orgánicos de sus habitantes se transformen en biogás, y en alimento para los animales.
A su vez, los excrementos del ganado serán utilizados como estiércol para fertilizar los cultivos. Cualquier residuo susceptible de ser convertido en abono (compost) alimentará luego a moscas soldado, sustento adecuado para los peces de los viveros. Las heces de éstos tampoco se perderán: sirven para fertilizar el sistema de acuicultura destinado a producir frutas y verduras. El agua de lluvia, por fin, será canalizada para el regadío. En Effekt lo resumen en cinco pilares: “hogares con energía positiva; alimentos cercanos y de cultivo sostenible; producción y almacenaje de electricidad; reciclado de agua y basuras, y autogestión de los grupos locales”.

De tener éxito, la mezcla de agricultura permanente (permacultura), de cultivo en un entorno aéreo sin hacer uso del suelo y pulverizando las raíces con una solución acuosa (aeroponía), y el uso de semillas orgánicas de alto rendimiento, será probada luego en Suecia, Noruega, Dinamarca y Alemania.

Durante la presentación del proyecto, Ehrlich, ha señalado que espera “redefinir el concepto de zona residencial con este ciclo de cultivo orgánico y reciclado de basuras; no se puede seguir creciendo, y urbanizando, como lo hemos hecho hasta ahora”. Por eso piensa ya en zonas superpobladas y de climas duros para seguir expandiéndose. India, y África subsahariana encabezan la lista.

Fuente: ElPais.com

Pekín se hunde 11 centímetros al año por el bombeo excesivo de sus aguas subterráneas

Perjudica al distrito financiero de Chaoyang, que crece desde 1990
Ciudad de México ya se hundía ocho centímetros a final del siglo XX

La ciudad de Pekín, capital política y cultural de China que en los últimos años ha experimentado un extraordinario periodo de transformación y modernización similar al de otras grandes ciudades del país, es un gigante con los pies de barro. De acuerdo con un reciente informe, el bombeo excesivo de las aguas subterráneas que recorren su subsuelo está provocando el colapso de la ciudad, de tal manera que ciertas áreas -particularmente el distrito financiero- se están hundiendo hasta 11 centímetros al año.Son las conclusiones a las que llegó el estudio publicado en la revista científica Remote Sensing, que está basado en la utilización del sistema InSar, un tipo de radar que controla los cambios de altura del suelo y sirve para monitorizar entre otras cosas posibles desastres naturales como terremotos o deslizamientos de tierra. En su elaboración participó un equipo de siete científicos, incluido el español Roberto Tomás de la Universidad de Alicante, y se advierte de que un hundimiento continuado de la superficie supone una seria amenaza para la seguridad de esta ciudad de más de 20 millones de habitantes."Estamos llevando a cabo un análisis detallado sobre los impactos del hundimiento en las infraestructuras críticas (por ejemplo, trenes de alta velocidad) en la superficie de Pekín", declararon tres de ellos -Chen Mi, Li Xiaojuan y el español Tomás- al diario The Guardian. "Esperamos que a final de año se publique un documento que resuma nuestros hallazgos", añadieron.Crecimiento urbano vertiginosoPekín se asienta sobre una planicie seca donde el agua subterránea se ha ido acumulando durante milenios. Conforme se excavan pozos y el nivel freático disminuye, la tierra subyacente se comprime como si fuera una esponja seca. Pese a que el estudio demuestra que este fenómeno afecta a toda la ciudad, señala que perjudica de manera más pronunciada al distrito financiero de Chaoyang, que desde 1990 no ha cesado de crecer con la construcción de nuevos rascacielos, circunvalaciones y otras edificaciones.Además, se cree que hay decenas de miles de pozos de agua dentro de la ciudad y en sus alrededores, muchos de los cuales se emplean en labores de agricultura y jardinería. Aunque la administración pública tiene poder regulatorio sobre estas instalaciones, se considera que las autoridades no son consistentes en la aplicación de las normativas. "Hay ciertas reglas, pero su aplicación es dudosa", declaró al mismo diario británico Ma Jun, director del Instituto de Asuntos Públicos y Medioambientales de Pekín. Para él, no es sorprendente que el hundimiento afecte principalmente a Chaoyang, debido al vertiginoso crecimiento experimentado en las décadas recientes, y cree que el fenómeno se extenderá hacia el este de la ciudad dado que la urbe se está desarrollando en esa dirección.

La sed de Pekín

El hundimiento de Pekín fue documentado por primera vez en 1935. Desde entonces, numerosos estudios han relacionado el colapso de las tierras con el incremento en el bombeo de las aguas subterráneas, que según Greenpeace proporcionan dos tercios del suministro de agua corriente en una región que sufre una escasez acuciante del preciado líquido.
Con el fin de mitigar la crisis hídrica que padece Pekín, en 2015 se inauguró un megaproyecto de ingeniería destinado a calmar la sed de la capital. En esa fecha, se concluyó la construcción del gran canal de transferencia de agua sur-norte, una red de 2.400 kilómetros de canales y túneles diseñado para desvíar casi 4.500 millones de metros cúbicos de agua con destino a los grifos de los pequineses.
Por ahora, los expertos aseguran que es demasiado pronto para saber si este trasvase servirá para recargar los acuíferos de la zona y ralentizar el hundimiento de la ciudad. Mientras esperan tener más datos, otros estudios han emitido recomendaciones para minimizar posibles impactos negativos, como el que en 2015 aconsejaba que para evitar descarrilamientos se prohibiera la construcción de pozos de agua cerca de las líneas ferroviarias de alta velocidadya finalizadas.
Pekín no se encuentra sola ante este problema, y alrededor de todo el mundo, otras grandes ciudades experimentan situaciones similares causadas por el excesivo bombeo de agua u otros factores. El caso más llamativo es el de Ciudad de México, cuyo nivel desciende a unos 28 centímetros por año, mientras que en Asia, Yakarta presenta registros similares a los de Pekín. Otras urbes de la zona afectadas por este fenómeno son Manila, Ho Chi Min y Bangkok, que baja 12 centímetros al año según el último estudio publicado.
Fuente: ElMundo.es

domingo, 12 de junio de 2016

Una solución al cambio climático: convertir CO2 en roca bajo tierra.

El cambio climático supone uno de los mayores retos a los que se ha enfrentado la Humanidad. Prueba de ello es el éxito del llamado Acuerdo de París para limitar el aumento de la temperatura global por debajo de los 2ºC, que ha sido firmado por 195 países de todo el mundo. Pero a ningún experto se le escapa que para alcanzar ese objetivo no sólo es necesario reducir la cantidad de CO2 que la actividad humana emite a la atmósfera, también es preciso capturar ese dióxido de carbono antes de que llegue agravar el problema. La captura de carbono se debe convertir en uno de los principales aliados de la mitigación del cambio climático en las próximas décadas.El éxito del almacenamiento geológico de CO2 depende de la seguridad a largo plazo de su emplazamiento y de la aceptación pública, además de los factores económicos y la regulación política. Hasta ahora, los almacenes geológicos en pozos de combustibles fósiles abandonados que tuvieran una capa salina por encima que impidiese la fuga del gas se consideraba la mejor opción, pero minimizar la fuga del dióxido de carbono por debajo del 0,1% que se considera aceptable por los expertos aún supone un reto tecnológico.Ahora, un grupo de científicos e ingenieros ha demostrado por primera vez, trabajando en la mayor planta geotérmica del mundo en Islandia, que el dióxido de carbono emitido en la generación de electricidad puede inyectarse bajo tierra y reaccionar con los minerales volcánicos del subsuelo hasta convertirse en roca en pocos meses. La investigación ha demostrado la viabilidad de una vieja idea, pero los resultados obtenidos por los científicos de Reino Unido, EEUU e Islandia, principalmente, demuestran que es posible hacerlo en un tiempo radicalmente inferior a lo que se estimaba. Las conclusiones del estudio, recién publicado en la revista Science, indican que más del 95% del CO2 inyectado en el subsuelo junto a la planta geotérmica de generación eléctrica de Hellisheidi -situada a 25 kilómetros de la capital islandesa, Reikiavik- se mineralizó convirtiéndose en carbonatos en menos de dos años. Este hallazgo puede, según los autores, ayudar a erradicar los temores que se ciernen en torno a la captura de carbono: que el gas podría escaparse y volver a la atmósfera después de un gran esfuerzo financiero o incluso que podría llegar a explotar. En principio, la técnica utilizada en la planta geotérmica permite generar toda la electricidad que consume Reikiavik y parte de la usada en la industria cercana de forma limpia, sin emisiones de gases de efecto invernadero gracias al uso del calor procedente de la actividad volcánica islandesa. Pero el proceso no es del todo limpio. Junto con el agua a altas temperaturas utilizada procedente del subsuelo profundo ascienden también gases volcánicos como el dióxido de carbono o el ácido sulfídrico que le da el característico olor a los géiseres. Los científicos, a través del proyecto CarbFix, comenzaron en 2012 a mezclar los gases con el agua que manaba de las fuentes termales y a volver a inyectarlo bajo tierra. En la naturaleza cuando el basalto -una roca volcánica muy abundante en todo el planeta- entra en contacto con el dióxido de carbono y el agua se producen una serie de reacciones químicas que hacen que el carbono precipite en forma de mineral blanquecino. El caso es que nadie sabía cómo de rápido se producía ese proceso, aunque los expertos calculaban que podría llevar cientos e incluso miles de años."Nuestros resultados indican que entre el 95 y el 98% del CO2 inyectado se mineralizó a lo largo de un periodo de menos de dos años", asegura el autor principal de la investigación, Juerg Matter, de la Universidad de Southampton (Reino Unido). "Almacenar el CO2 como minerales de carbono mejora significativamente la seguridad de la captura, o que podría mejorar la aceptación pública del secuestro y almacenamiento de carbono como una tecnología útil para la mitigación del cambio climático", explica Matter en un comunicado.La pregunta que se abre es si podría convertirse en una técnica aplicable a gran escala. "Con los resultados publicados no se puede saber", asegura a este diario Roberto Martínez Orio, director adjunto de Investigación en Recursos Geológicos del Instituto Geológico y Minero de España (IGME) y líder del Grupo de trabajo de Almacenamiento de CO2 de la Plataforma Tecnológica Española del CO2, quien no ha participado en el trabajo. Según este experto, es difícil de calcular debido a que se trata de reacciones químicas dependientes de las concentraciones de iones y cationes y de la superficie de contacto entre la roca, entre otras muchas reacciones y procesos, algo que no aclara el estudio. "Lo que demuestran es que en unas circunstancias concretas la cinética de las reacciones puede ser muy favorable, que es un paso importante, pero aún hay que avanzar para demostrar su aplicabilidad a escala industrial", opina Martínez Orio.

Fuente: ElMundo.es

jueves, 9 de junio de 2016

El ser humano ha acabado con todos los paisajes vírgenes de la Tierra.

Los paisajes 'vírgenes' simplemente no existen en ninguna parte del mundo en la actualidad y, en muchos casos, no han existido durante al menos varios miles de años. Una revisión exhaustiva -publicada en Proceedings of the National Academy of Sciences- de datos arqueológicos de los últimos 30 años ofrece detalles de cómo se han formado los paisajes del mundo por la actividad humana repetida durante muchos miles de años. El trabajo revela un patrón de influencia humana significativa, a largo plazo, sobre la distribución de las especies a través de todos los continentes y las islas ocupadas de la tierra. El documento, realizado por la doctora Nicole Boivin, de la Universidad de Oxford, en Reino Unido, y el Instituto Max Planck para la Ciencia de la Historia Humana, en Alemania, con investigadores del Reino Unido, Estados Unidos y Australia, sugiere que la evidencia arqueológica ha estado ausente de los debates actuales sobre las prioridades de conservación. Decir que las sociedades anteriores a la Revolución Industrial tuvieron poco efecto sobre el medio ambiente o la diversidad de especies es errónea, sostiene el documento. Se basa en el uso de nuevas bases de datos de ADN antiguo, isótopos estables y microfósiles, así como la aplicación de nuevos métodos estadísticos y computacionales. Esto demuestra que muchas especies vivas de plantas, árboles y animales que viven hoy en día son los que se vieron favorecidos por nuestros antepasados y que las extinciones a gran escala comenzaron hace miles de años debido a la caza excesiva o el cambio del uso de la tierra por los seres humanos. El documento concluye que a la luz de esta y otras evidencias del cambio antropogénico a largo plazo, tenemos que ser más pragmáticos en nuestros esfuerzos de conservación en lugar de procurar que estados "naturales" imposibles.Grandes cambios El documento identifica cuatro fases principales en las que los seres humanos dieron forma al mundo que les rodea con amplios efectos sobre los ecosistemas naturales: la expansión global humana durante el Pleistoceno tardío; la propagación de la agricultura neolítica; la era de los seres humanos colonizadores de islas; y la aparición temprana de las sociedades urbanizadas y el comercio. El trabajo basa en la evidencia fósil que muestra que el 'Homo sapiens' estaba presente en el este de África hace unos 195.000 años y que nuestra especie se había dispersado a todos los rincones de Eurasia, Australia y las Américas de hace 12.000 años. Este aumento de la población humana mundial está vinculado con una variedad de extinción de especies, con la reducción en alrededor de dos tercios de las 150 especies de 'megafauna' o grandes bestias entre hace 50.000 y 10.000 años entre las desapariciones más significativas, según el documento, con efectos dramáticos sobre la estructura del ecosistema y la dispersión de semillas. La segunda fase, el advenimiento de la agricultura en todo el mundo, puso nuevas presiones evolutivas en las plantas y los animales que tuvieron una duración sin precedentes y efectos sobre la distribución de las especies, según el informe. Los datos muestran que la domesticación de ovejas, cabras y vacas se produjo inicialmente en Oriente Próximo hace 10.500 años y llegó a Europa, África y Asia del Sur pasados unos pocos milenios. Los pollos, domesticados originalmente en el Este de Asia, llegaron a Gran Bretaña en la segunda mitad del último milenio y ahora superan en número a las personas en más de tres a uno a nivel mundial, dice el documento. También destaca que las investigaciones muestran que la domesticación de los perros que ocurrió antes de la aparición de las sociedades agrícolas, con alrededor de entre 700 millones y mil millones de perros en el mundo actualmente. En contraste con los animales domesticados, el porcentaje de vertebrados silvestres que permanecen hoy en día como resultado de estos procesos a largo plazo se describe como "extremadamente pequeño". En tercer lugar, el documento expone los efectos de la colonización humana de las islas. Los investigadores observan que el movimiento resultante de especies fue tan común que los arqueólogos hablan de paisajes transportados. Con los humanos llegaron nuevas especies, el fuego, la deforestación y las amenazas a animales depredadores y aves indígenas. Por último, el documento señala los efectos de la expansión del comercio desde la Edad del Bronce en adelante, con un periodo de intensa agricultura en respuesta a la creciente población humana y mercados emergentes en todo el Viejo Mundo. En Oriente Próximo, el bosque indígena se volvió en cultivo con la introducción de cultivos como los de oliva, uva e higo. Alrededor del 80-85 por ciento de las áreas adecuadas para la agricultura se cultivó en Oriente Próximo hace 3.000 años, según un estudio destacado en el documento. El análisis también muestra que las plantas en los bosques antiguos en Francia estaban fuertemente vinculadas con lo que creció una vez en los sitios romanos y cita una estimación reciente de que al menos 50 nuevos alimentos vegetales --principalmente frutas, hierbas y vegetales-- se introdujeron a los británicos sólo en el periodo romano.

Fuente: ElMundo.es