domingo, 28 de mayo de 2017

¿Por qué aún no podemos anticipar los terremotos?

El conocimiento es muy limitado, y los modelos no son lo suficientemente precisos como para poder dar predicciones con la suficiente anticipación.
En los últimos 200 años se han registrado en Chile 97 terremotos con magnitud mayor a siete grados, y 18 con magnitud mayor a ocho grados. Algunos de ellos están entre los diez más grandes en la historia de la humanidad. Hace hoy justo 57 años tuvo lugar el mayor de todos. El 22 de mayo de 1960 un terremoto de magnitud 9,5 y una duración de unos diez minutos hizo temblar a todo el país, con su epicentro cerca de la ciudad de Valdivia, al sur de Chile, a unos 850 kilómetros de Santiago. Antes se produjeron una sucesión de sacudidas en esa zona, de entre siete y ocho grados de magnitud. Siguió un maremoto con olas de más de 20 metros de altura y con réplicas durante días, que generó nuevas islas y cerros, redibujó el litoral y el trazado de los ríos, y produjo la erupción del volcán Puyehue. Todo el país estuvo pendiente de la posibilidad del desbordamiento del lago Riñihue, que se evitó tras una epopeya protagonizada por los mejores ingenieros del país. Como consecuencia de la catástrofe, el eje de la Tierra se desplazó tres centímetros. Solo el terremoto de Valdivia liberó una energía comparable a la explosión de 20.000 bombas como la de Hiroshima.
La humanidad estaba a un paso de pisar la Luna, pero no pudo vislumbrar que a tan solo 50 kilómetros de profundidad del suelo que pisábamos se había acumulado una inmensa cantidad de energía, debido el choque de la placa continental sudamericana con la placa oceánica de Nazca. Y hoy en día la ciencia sigue siendo incapaz de predecir el próximo terremoto. Lo cierto es que el estudio del planeta es muy reciente, hasta principios del siglo XX no se empezaron a explicar los terremotos como movimientos internos de la Tierra y hace poco más de 50 años que la comunidad científica asumió la tectónica de placas.

Ver dentro del planeta entraña una gran dificultad. Sucede lo mismo que al buscar un buen melón en el mercado. Tan solo podemos escuchar mediciones sobre la superficie: percibimos las ondas producidas por movimientos (naturales o artificiales) en cualquier punto del planeta; igual que al golpear suavemente un melón podemos escuchar el sonido producido (ondas) y conocer su estado. Este tipo de problema matemático se conoce como problema inverso: se pretende adquirir toda la información posible del interior mediante información que se obtiene en algunas zonas del exterior, por medio de métodos no invasivos y con información parcial, tal como los escáneres o los ecógrafos. Se estudia cómo se modifican las ondas al cambiar el medio que atraviesan; y con matemáticas se descifra la causa de esas modificaciones.

Con esta técnica se conoce a grandes rasgos como es el interior del planeta (núcleo, manto interno y externo, corteza); cuál es su composición, temperatura y densidad. Estas matemáticas son las mismas que se esconden en los TAC, las resonancias magnéticas y en los ecógrafos que nos permiten ver nuestros órganos y su actividad sin invadirlos, como ya se habló en un artículo anterior de Café y Teoremas.
Con esta información se construyen modelos matemáticos de fenómenos como la propagación de una fractura en una roca, o el desplazamiento de una onda sísmica por el interior de la Tierra. Para ello se supone que nuestro planeta es un cuerpo elástico por el cual se transmiten las ondas sísmicas. El tipo de modelo que se obtiene es complicado de resolver: involucra ecuaciones diferenciales y muchas variables (debido a la complejidad de las zonas a modelar). Sin embargo, gracias al desarrollo matemático y computacional se está logrando un avance significativo.

Aun así el conocimiento del que disponemos en la actualidad es muy limitado, y los modelos no son lo suficientemente precisos como para poder dar predicciones con la suficiente anticipación. ¿Qué podríamos hacer para saber más sobre el interior de nuestro planeta? Se podría diseñar una red de estaciones que permitiera hacer un geoTAC y una geoecografía y así detectar dónde se están acumulando fricciones sobre las capas, de manera que se pudiera alertar a la población para reducir los daños y pérdidas. Sería algo complejo y caro, pero si podemos invertir en otras muchas grandes instalaciones científicas, ¿por qué no en algo que nos afecta cada día?

Fuente: ElPais.com
RAFAEL ORIVE ILLERA / JAIME H. ORTEGA PALMA

martes, 16 de mayo de 2017

Nuevo Índice de Desarrollo Humano de la ONU: cuáles son los mejores países de la región y el mundo.

Mientras que Chile avanzó 4 puestos en el IDH 2016, la Argentina retrocedió 5.  Son los únicos dos de la región en el grupo de países con desarrollo “muy alto”, liderado por Noruega.
Latinoamérica sigue progresando en términos de desarrollo humano, aunque la región continúa lastrada por el problema de la desigualdad, según un informe de Naciones Unidas presentado hoy.

Muy lejos de los tres países con mejor desarrollo humano (Noruega, Australia y Suiza), la organización internacional destaca los "extraordinarios avances" logrados en los últimos 25 años por los países latinoamericanos y del Caribe, pero subraya que éstos "ocultan un progreso lento y desigual en el caso de ciertos grupos".

En conjunto, los Estados de la región tienen un Índice de Desarrollo Humano (IDH) de 0,751 —sobre un máximo de 1— y se sitúan por delante de otras áreas como Asia Oriental y el Pacífico, las naciones árabes, el sur de Asia o el África Subsahariana.

El IDH de Latinoamérica y el Caribe avanzó en el último año ligeramente con respecto al año anterior y se mantiene no demasiado lejos del de Europa y Asia Central, 0,756.

Dentro del continente, sin embargo, hay diferencias muy importantes entre países, según la lista por naciones que elabora el Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD).

Chile, en el puesto 38, y Argentina, en el 45, son los únicos países latinoamericanos con un desarrollo humano muy alto, según el PNUD.
La mayoría de los países de la región están en el siguiente escalón, el de desarrollo humano alto. Ahí aparecen Uruguay (en el puesto 54), Panamá (60), Costa Rica (66), Cuba (68), Venezuela (71), México (77), Brasil (79), Perú (87), Ecuador (89), Colombia (95) o la República Dominicana (99).

Por detrás, como países de desarrollo humano medio aparecen Paraguay (110), El Salvador (117), Bolivia (118), Nicaragua (124), Guatemala (125) y Honduras (130).

El país peor parado de la región, y el único que considerado de desarrollo humano bajo, es Haití, que se sitúa en el puesto 163 rodeado principalmente de naciones del África subsahariana y de países en conflicto como Afganistán o Yemen.

Pese a sus diferencias, los países latinoamericanos comparten de manera generalizada el problema de la desigualdad y en casi todos los casos pierden puestos en la lista del IDH ajustada por desigualdad.

Así, por ejemplo, Chile retrocede en esa clasificación 12 puestos, Argentina 6, Uruguay 7, Panamá 19, Venezuela 11, México 12 o Brasil 11.

En conjunto, el IDH de Latinoamérica y el Caribe se reduce casi un 25 % al ajustarse por desigualdad, según la el PNUD.

El informe elaborado este año por el PNUD hace especial hincapié, precisamente, en la necesidad de garantizar que el desarrollo beneficie a toda la población y que no haya grupos que queden excluidos. Por ejemplo, señala a las comunidades indígenas como una de esas partes de la sociedad cuyas condiciones de vida a menudo están muy por detrás.

Los pueblos indígenas, con más de 400 grupos en Latinoamérica, representan alrededor del 5 por ciento de la población mundial, pero el 15 por ciento de aquellos que viven en la pobreza y suelen tener niveles de educación inferiores.

Como ejemplo, el PNUD destaca que en países como México, Guatemala o Bolivia, los niños indígenas pasan de media más de tres años menos que el resto.

Mientras tanto, el informe destaca que la seguridad sigue siendo "un problema acuciante" en América Latina y el Caribe, con tasas de homicidios y de encarcelamiento muy altas en comparación con otras regiones.

Fuente: Infobae.com